Convivir con la frustración.
A menudo encuentro en mis clases alumnos luchando con la frustración y la impotencia de no conseguir un paso o simplemente no “tener el día” y la cabeza centrada para ello. Esto ocurre principalmente en los niveles más altos donde la exigencia hacia uno mismo es mayor.
Como maestra que ya ha pasado por ello, me gustaría compartir lo que a mí me ha funcionado y me funciona realmente a día de hoy para frenar ese bloqueo.
Cuando entramos a un aula de flamenco nuestro principal motor es la actitud, si esto falla, se desmorona cualquier atisbo de mejora y progresión en la clase. La forma en la que entramos determina esa actitud y esa fuerza mental que requiere la concentración y el saber llevar una clase correctamente.
Entra en el aula estirado, con el pecho alto y abierto, dispuesto a todo lo que venga, con el SI PUEDO en la frente. Si a lo largo de la clase te frustras, busca el cambio de chip, no te dejes llevar por todo lo malo y pierdas el resto de la enseñanza, esa parte que no te sale la aprenderás otro día, vuelve al comienzo y retoma la energía que tenías antes, así aprovecharás toda la clase en lugar de darla por perdida.
El flamenco es exigente, frustrante y complejo, pero cuando aprendes a navegar en sus aguas es vida.